«Hay un retroceso acelerado de glaciares que pone incluso una fecha de caducidad a la existencia de muchos de ellos»
Las cartas están echadas. Si no actuamos hoy el aumento de la temperatura en los próximos años pondrá en peligro cosechas, reservas de agua dulce, seguridad energética e incluso nuestra salud. Entrevistamos a Daniel Mira-Salama, experto en medioambiente del Banco Mundial, sobre los desafíos a los que nos enfrentamos y las medidas que podemos tomar contra el calentamiento global.
Pregunta: ¿Cuál es el propósito de la serie de informes denominados Bajemos la temperatura?
Respuesta: Esta serie de informes ha sido novedosa y ha tenido una acogida importante porque sienta en la misma mesa a la comunidad científica y a la comunidad del desarrollo. Junta los mejores conocimientos sobre ciencia climática e impactos con las consecuencias para el desarrollo. El primer informe nos alertó sobre cómo, si no se actuaba de manera inmediata, los impactos futuros del cambio climático podrían minimizar todo lo que se avanzara en materia de desarrollo humano en estos años, mientras que los otros dos reportes hacen un examen más minucioso de impactos y sus implicaciones para el desarrollo por región.
P: ¿Cuál es el valor agregado del tercer informe?
De especial relevancia en esta región es el derretimiento de glaciares, con los consiguientes retos para el manejo del agua
R: Este tercer informe hace uso del conocimiento científico más avanzado – incluyendo el Quinto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de Naciones Unidas – y adicionalmenteutiliza otros artículos y resultados que han ido saliendo después de la fecha de corte del Panel Intergubernamental. Este conocimiento es posteriormente aplicado al análisis de los principales retos que el cambio climático supone para los países de América Latina y el Caribe, Oriente Medio y Norte de África y partes de Europa y Asia central.
P: Enfocándonos en América Latina y el Caribe, ¿cuáles son los principales retos, particularmente para los países andinos? ¿Cuáles son los riesgos?
R: El informe divide al continente en cinco regiones. América Central y el Caribe, donde los retos fundamentales están relacionados básicamente con el incremento de desastres naturales, sobre todo mayor incidencia de huracanes, tormentas, marejadas y corrimientos de tierra. Zonas áridas de México y el nordeste de Brasil, en donde la sequía está avanzando, con grandes olas de calor y desafíos importantes para la población. El Cono Sur, el gran granero de América Latina, en donde van a existir impactos en la agricultura, generando variaciones en la reducción de alimentos que podrían afectar a toda la región. La Amazonía, en donde existe el gran riesgo de degradación de ecosistemas y pérdida importante de cobertura arbórea con la consiguiente pérdida de servicios ecosistémicos, también con potencial de desestabilizar a toda la región dada la importante regulación del clima que ejerce la selva amazónica. En los países andinos, el cambio climático va a ejercer mayores presiones sobre los recursos hídricos de la zona, con cambios de estacionalidad de los periodos de lluvia, precipitaciones extremas e inundaciones, sequías, junto con una posible intensificación del fenómeno de El Niño. De especial relevancia en esta región es el derretimiento de glaciares, con los consiguientes retos para el manejo del agua.
P: El aumento del nivel del mar, ¿que significaría para ciudades y puertos costeros importantes como Lima, Guayaquil, Manta?
R: Los impactos son ciertamente preocupantes. Las predicciones actuales apuntan a una mayor intensidad de tormentas. La subida del nivel del mar combinada con esa mayor actividad de tormenta, precipitaciones extremas y marejadas, pueden dar lugar a grandes inundaciones, poniendo en riesgo la sostenibilidad de las ciudades costeras, la oferta de sus servicios y la infraestructura crítica que actualmente esté localizada en la costa.
P: ¿Qué pasa con los glaciares?
R: En el caso de los glaciares tropicales andinos, la evidencia es bastante sólida y la tendencia es clara: hay un retroceso acelerado de glaciares que pone incluso una fecha de caducidad a la existencia de muchos de ellos. La evidencia indica que todos los que estén por debajo de los 5.000 metros sobre el nivel del mar para el 2030 o 2040 estarían drásticamente reducidos o desaparecerían, dependiendo de algunos factores locales. Hay un retroceso general e inequívoco que se viene observando hace décadas. Los impactos del retroceso y posible desaparición de los glaciares tropicales se podrían notar a muy distintos niveles, con pérdida de capacidad de regulación en las cuencas, impactos sobre generación hidroeléctrica, en producción agrícola y ganadera, abastecimiento de agua potable, degradación de ecosistemas, turismo y otros.
El cambio climático es un fenómeno complejo con múltiples implicaciones a todos los niveles, y por lo tanto hay que atacarlo desde varios frentes
P: ¿Y en los páramos?
R: Los páramos son ecosistemas críticos de alta montaña, capaces de absorber y liberar agua en distintos momentos de la estación húmeda y seca, y por tanto ejercen de reguladores de la cuenca. Muchos ecosistemas de páramo están asociados a los glaciares, y por ende van a verse afectados por el retroceso de estos últimos. Los cambios en los parámetros de lluvias y temperaturas, así como la expansión de la actividad humana, también pueden afectar a estos ecosistemas. Algunas ciudades como Quito o Bogotá extraen parte de su agua potable de páramos cercanos.
P: ¿Cómo prepararnos? ¿Es posible la mitigación?
R: El cambio climático es un fenómeno complejo con múltiples implicaciones a todos los niveles, y por lo tanto hay que atacarlo desde varios frentes. Desde el punto de vista de la mitigación, queda mucho trabajo por hacer en reducción de emisiones y mejoras en la eficiencia y reducción en la intensidad de emisiones de sectores como el energético, transportes, industrial o doméstico, por citar algunos. En América Latina y el Caribe tenemos muy buenos ejemplos, como Ecuador, que está dando grandes pasos en el uso de energía proveniente de fuentes hidroeléctricas. En relación a la adaptación, ya se conocen bien cuáles son los impactos esperados, y América Latina y el Caribe es posiblemente la región más avanzada en iniciativas específicas, enfocadas en manejo integrado, mejora de marco regulatorio y políticas, fortalecimiento institucional, y de inversiones directas en infraestructura, programas y proyectos.
P: ¿Cuál ha sido el resultado del trabajo realizado hasta ahora en relación con el retroceso de los glaciares andinos? ¿Cuáles son los próximos pasos?
R: El proyecto de Adaptación a los Impactos del Rápido Retroceso de Glaciares en los Andes Tropicales, que concluyó de manera exitosa el año pasado, estaba focalizado en la generación de conocimiento sobre dinámica glaciar, mejoras en el monitoreo, y acciones específicas de adaptación. En Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú se instalaron estaciones de monitoreo a gran altura, lo que ayudó a generar información y datos para que los ministerios de Ambiente de los países y otras instituciones clave tuvieran información para la toma de decisiones. Adicionalmente se implementaron con éxito algunas iniciativas de adaptación piloto, para aprender sobre los costos, resultados y beneficios de la adaptación, y de esta manera poder estructurar proyectos de mayor tamaño. Las iniciativas estaban relacionadas con eficiencia en la distribución del agua, protección y manejo sostenible de ecosistemas clave, riego mejorado, manejo adaptativo de agricultura y otros. En la actualidad se está preparando otro proyecto de adaptación andino, focalizado en un sector crítico por país. Cada país va a seleccionar un sector o subsector distinto para evaluar cuáles son los impactos del cambio climático en el mismo, cómo introducir políticas o lineamientos de manejo sobre cómo adaptarse a esos impactos, y realizar inversiones específicas en lugares seleccionados; por ejemplo en Ecuador se va a trabajar en el manejo de cuencas críticas para usos como el hidroeléctrico. En Bolivia se van a implementar actividades de mejora de drenaje y reducción de inundaciones. En Perú se va a trabajar en agricultura de pequeño y mediano tamaño. Y en Colombia, en agricultura de alta montaña. Es un proyecto del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), que está en su fase final de preparación.