Llega el Niño ‘Godzilla’
Climatólogos e historiadores comparten una broma sobre quién ganó las batallas que libraron tanto Napoleón en 1812 como Hitler en 1941 tratando de invadir Moscú. Ambos fracasaron en su avance hacia la capital rusa debido al azote de sendos inviernos especialmente severos. «No fueron derrotados por ningún ejército, sino por El Niño», dice con intención el experto de la NASA William Patzert a la BBC. Este fenómeno climático –llamado así porque tiene su máximo de actividad alrededor de la Navidad– consiste en un calentamiento del este del océano Pacífico ecuatorial que altera los patrones de lluvias y provoca intensas sequías e inundaciones en una y otra costa pacíficas. Pero sus consecuencias se dejan notar por todo el planeta.
«En Europa, los años en los que El Niño es potente se dan inviernos muy fríos en el Este del continente y en la parte occidental de Rusia», explica Verónica Nieves, climatóloga del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA (JLP, por sus siglas en inglés). Y eso es precisamente lo que ocurrió en esos dos años -1812 y 1941- en los que se registraron dos de los fenómenos de El Niño más potentes de los últimos siglos. La crueldad del invierno terminó agotando a las tropas de Napoleón y Hitler.
Este año no hay conflictos bélicos a la vista en las inmediaciones de Moscú. Pero el Pacífico sí está viviendo un fenómeno de El Niño de gran violencia, tanta que podría convertirse en el más potente del registro histórico superando al de los años 1997 y 1998 y al que los expertos ya han bautizado como El Niño Gotzila, «por sus temperaturas inusualmente altas», explica Nieves. «Pero el de este año es comparativamente más fuerte y más extenso que el del 97, según hemos podido comprobar con datos tomados vía satélite», asegura.
La intensidad de este fenómeno climático se mide sobre todo por el aumento de la temperatura de la superficie del océano Pacífico. Si es al menos 0,5ºC mayor que el valor medio ya se considera que El Niño está activo. Este año, la alarma saltó a principios del mes de septiembre. El Centro de Predicciones Climáticas de la Agencia Norteamericana para la Atmósfera y el Océano (NOAA, por sus siglas en inglés) informaba a través de su diagnóstico mensual de que durante el mes de agosto la temperatura del Pacífico ya estaba 2ºC por encima de los valores normales. Ya se trataba de un evento de gran potencia y aún quedaban más de cuatro meses para alcanzar el máximo, que llegará entre diciembre y enero. El evento de 1997 que ostenta el título de El Niño más intenso tuvo su máximo en 3ºC sobre la temperatura media del Pacífico.
«En estos momentos, la temperatura del océano ya está 2,5ºC por encima de los valores medios. Lo normal es que tenga su máximo en Navidad y que se atenúe en primavera», explica la investigadora española del JLP de la NASA. «Debido a la gran intensidad del fenómeno de este año puede durar hasta el mes de junio», dice Nieves. «El Niño 2015 ya es muy potente. Todos los modelos indican que será de los más potentes del registro», añade Ernesto Rodríguez Camino, jefe del área de Modelización del Clima de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
Los expertos aseguran que cada fenómeno de El Niño tiene sus propias características y que es muy difícil resumir cuáles serán las consecuencias que traerá un evento concreto basándose en los que han sucedido en ocasiones anteriores. Sin embargo, los efectos sobre las áreas del globo más cercanas a la corriente oceánica que origina este fenómeno suelen ser constantes: grandes sequías en Indonesia y este de Australia y lluvias torrenciales e inundaciones en el sur de Estados Unidos y en la costa oeste del norte de Chile, Ecuador o Perú.
Pero sus consecuencias no se limitan a un área geográfica localizada. «Desde luego que las zonas afectadas de una forma directa por este fenómeno son las del Pacífico, donde se produce la oscilación. Pero hay otras como el Medio Oeste americano, el este de África -países como Somalia, Kenia o Tanzania- o Brasil donde los efectos de El Niño también se dejan notar con cierta intensidad», asegura Rodríguez Camino. «Pero lo más interesante es que afecta a zonas remotas», explica el meteorólogo español.
Aunque el fenómeno climático aparece localizado en una zona muy concreta del planeta, tiene lo que los expertos llaman teleconexiones, es decir, señales u ondas que se transmiten a áreas alejadas debido a la circulación general de la atmósfera. Y además, en algunas zonas con un retraso de varios meses. «En España, la señal es muy débil, pero puede producir cambios en la precipitación o en la temperatura aunque en diferido», explica Rodríguez Camino. «Este retraso puede hacer llegar los efectos del El Niño hasta la Península Ibérica entre 6 y 10 meses después», dice el meteorólogo. O lo que es lo mismo, en España probablemente notaremos las consecuencias de este súper Niño que estamos viviendo en 2015 en forma de aumento de las precipitaciones durante el otoño del año 2016.
Además, El Niño suele estar asociado a un incremento de la temperatura media global. Si el pasado 2014 ya se convirtió en el año más cálido del registro histórico, todo apunta a que 2015 podría superarlo. Los datos del inicio de año revelados por la NOAA hasta el mes de agosto indican no sólo que ese mes fue el agosto más cálido del registro, sino además que el periodo enero-agosto también es el arranque de año más caluroso desde que se comenzaron a tomar datos globales. «Todo indica que este año será muy cálido», opina Rodríguez Camino. Verónica Nieves va incluso más allá: «2015 será el año más cálido del registro».
Los expertos de los principales centros de estudio de este fenómeno climático en EEUU afirman que este año se está produciendo una situación muy particular. «Es la primera vez que vemos una mancha de agua caliente -los anglosajones la han bautizado como The Blob- frente a las costas de Alaska», dice Nieves. «No sabemos con precisión qué ocurrirá, pero creemos que El Niño va a acabar ganando», asegura.
La propia Verónica Nieves fue la principal autora de un estudio publicado enScience en el que un equipo científico del JLP de la NASA daba por primera vez una explicación al frenazo que estaba experimentando el calentamiento global durante la primera década de este siglo. «El calor que no veíamos se estaba almacenando en los océanos, pero en realidad el calentamiento no ha disminuido», explica la autora.
De alguna forma, este parón se explica también por un proceso climático conocido como la Oscilación Decadal del Pacífico, un patrón que cambia cada cierto número de años -a pesar de su nombre no tiene por qué ser cada 10 años- y que domina en buena medida las temperaturas globales. La última década ha estado en fase fría. Pero eso podría estar cambiando.
De hecho, algunos expertos opinan que un fenómeno de El Niño de gran intensidad como este podrían determinar el cambio de esta oscilación del Pacífico hacia una fase cálida, lo que agravaría el calentamiento global que ya se está experimentando y que va a dejar con gran probabilidad a 2014 y 2015 como los años más cálidos del registro. «Hay indicaciones de que ya está cambiando a fase cálida», explica Nieves. «Si es así, 2016 también podría ser un año muy caluroso, pero no podemos saberlo aún».
El papel del cambio climático
La pregunta que surge con facilidad es: ¿Cuánto tiene que ver la intensidad de El Niño de 2015 con el cambio climático? Y la respuesta no es sencilla. Ni siquiera los expertos en este tipo de acontecimientos del clima tienen una postura común.
«Yo creo que el cambio climático provocado por el ser humano no está afectando demasiado al fenómeno de El Niño», asegura a este diario Anthony Barnston, jefe de predicción climática del Instituto Internacional de Investigación para el Clima y la Sociedad de la Universidad de Columbia (EEUU). «Es independiente», sentencia.
Sin embargo, otros expertos del JLP de la NASA como Patzert o Nieves difieren y le otorgan importancia al calentamiento global debido a la superposición de fenómenos. «El calor que se estaba ocultando en los océanos está comenzando a surgir y provocará una aceleración de las temperaturas en la curva del cambio climático», asegura Nieves.
Y en la misma dirección, aunque con reservas, apunta el meteorólogo de Aemet Ernesto Rodríguez Camino. «El cambio climático puede estimular episodios de El Niño más frecuentes, pero esto no está claro», dice. «El Niño se suma a los efectos del cambio climático provocado por los gases de efecto invernadero», afirma, aunque insiste en que en muchas ocasiones existe una menor capacidad de adaptación a la variabilidad natural del clima debido a causas económicas, aludiendo a que el mismo episodio de lluvias torrenciales puede causar graves inundaciones en una zona y sólo causar problemas menores en otro lugar preparado para ese tipo de eventos meteorológicos.
Pero el climatólogo de Columbia insiste en restarle importancia. «El efecto del cambio climático sobre la oscilación de El Niño es bastante pequeña hasta la fecha y probablemente continuará así durante bastante tiempo. En el futuro sí podría tener un efecto, pero aún no sabemos cuál. Es bastante incierto aún y, de hecho, podría tanto potenciar el fenómeno de El Niño como reducirlo, o hacer cualquiera de las dos cosas en muy pequeña medida», sentencia Anthony Barnston.