El hielo del Ártico alcanza su segundo mínimo anual conocido
El deshielo que ha sufrido el Ártico durante estas primeras semanas de septiembre ha reducido su superficie helada hasta los 4,14 millones de kilómetros cuadrados. La cifra se alcanzó el pasado día 10 y representa el segundo mínimo anual más bajo desde que en 1978 comenzaran a realizarse los registros por satélite. La menor extensión de hielo conocida a día de hoy se observó en 2012 -cuando sólo cubría 3,39 millones de kilómetros- y la actual repite casi el mismo valor que se anotó por estas fechas en 2007. Son datos de la NASA y del Centro Nacional de Datos sobre la Nieve y el Hielo -NSIDC, por sus siglas en inglés- de la Universidad de Colorado en Boulder (Estados Unidos).
Como cada año, parte del hielo del Ártico comienza a derretirse en marzo y deja de hacerlo en septiembre, cuando se vuelve a recuperar. Las extensiones máximas y mínimas, por tanto, no coinciden con los días más fríos del invierno o más cálidos del verano, respectivamente, porque el agua tarda más tiempo que la atmósfera en enfriarse o calentarse. El tiempo tormentoso, frío y nublado de este verano sobre el océano Ártico ofrecía las condiciones idóneas para limitar este deshielo, pero no ha sido así. De ahí la sorpresa de los científicos.
«Es bastante notable que el mínimo medido en el mar de hielo este año haya terminado siendo la segunda medida más baja, después de la forma en que avanzaba la fusión en junio y julio», dice Walt Meier, experto en hielo marino del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, informa EUROPA PRESS. «Junio y julio son, por lo general, meses clave para la fusión porque es cuando tienes 24 horas al día de luz solar, pero este año hemos perdido impulso durante esos dos meses», añade.
Durante esos diez primeros días de septiembre, el Ártico perdió 34.100 kilómetros cuadrados diarios de hielo; entre 1981 y 2010 eso ha sucedido a una velocidad media de 21.000 en esa época del año. El deshielo ha sido más pronunciado en el mar de Chukchi. En el NSIDC lo achacan a los dos ciclones que cruzaron esa región en agosto, cuyos fuertes vientos parecen haber compactado la capa de hielo y provocado que las partes más calientes del océano se mezclasen con otras más frías; su impacto, sin embargo, no ha sido inmediato como sí sucedió tras el gran ciclón de 2012.
El ‘aire acondicionado’ del planeta
La cubierta de hielo -sobre todo, la del Océano Ártico- refleja la luz solar y ayuda a regular la temperatura de la Tierra. No es su única contribución: también influye en las corrientes oceánicas y atmosféricas, en el ecosistema ártico y en la salinidad de las aguas.
Para Greenpeace, la superficie helada registrada este año es «una prueba más de que la disminución alarmante del hielo continúa sin cesar» y por ello urge a proteger el Ártico. «Nos enfrentamos a la posibilidad real de que el hielo de verano del Ártico desaparezca en las próximas décadas. Eso no sólo es catastrófico para las personas y la biodiversidad del Ártico, sino que es peligroso para todos nosotros», denuncia en un comunicado Elvira Jiménez, responsable de la campaña de océanos de la organización ecologista.
La temperatura global y la extensión de hielo en el Ártico son dos indicadores del avance del cambio climático; hasta el pasado julio, estas dos magnitudes habían pulverizado prácticamente todos los récords. De hecho, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) acaba de advertir que 2016 va camino de convertirse en el año más cálido desde los primeros registros, en 1880.
«Hemos sido testigos de un prolongado periodo de extraordinario calor y todo indica que esto se convertirá en la nueva norma«, sostiene el secretario general de la OMM, Petteri Taalas,en declaraciones que recoge EUROPA PRESS. Taalas relaciona esta situación con niveles inusualmente altos de concentración de dióxido de carbono. En la costa de Siberia, por ejemplo, las temperaturas se situaron 9ºC por encima de la media durante los primeros días de septiembre.
16-09-16