Descubren cómo sobrevivió al cambio climático la civilización más antigua del mundo
Arqueólogos han descubierto cómo la famosa cultura del valle del Indo, civilización considerada más antigua que la egipcia y la babilónica, logró sobrevivir varios milenios en cambiantes condiciones climáticas y fue capaz de adaptarse a largos episodios de sequías recurrentes que afectaron la zona, según informa un estudio científico publicado en la revista ‘Current Anthropology‘.
«La supervivencia de las más antiguas civilizaciones dependía de un solo factor crucial: el acceso al agua. Saber cómo sus representantes gestionaban y utilizaban el agua ayuda a entender cómo la humanidad se adapta a nuevas situaciones», explica uno de los autores del estudio, Cameron Petri, de la División de Arqueología de la Universidad de Cambridge (Reino Unido).
Ahora nuevas tecnologías y métodos modernos de investigación arrojan luz sobre cómo las culturas antiguas se enfrentaban a las cambiantes condiciones climáticas, según el científico.
Los misterios de la civilización del Indo
La cultura del valle del Indo, cuyos orígenes se sitúan en el año 6.000 a.C. en el valle del río Indo, en la frontera entre la actual India y Pakistán, llegó a su máximo esplendor en los años 2.200 a.C. Durante ese período, tenía un sistema de comercio «internacional» y de planificación de los asentamientos urbanos, instalaciones de saneamiento, medidas y pesos estandarizados. Su influencia se extendió por todo el subcontinente indio.
Sin embargo, después del 1.900 a.C. comenzó la decadencia de la civilización, que los científicos han relacionado con el cambio climático: se convirtió una zona más fría debido al debilitamiento de los monzones.
Petri y sus colegas decidieron descubrir cómo la cultura del valle del Indo logró sobrevivir durante las sequías. Para ello, los científicos se trasladaron a las excavaciones en la costa del lago seco Kotla Dahar, donde se encontraba una de las ciudades más grandes de la civilización, Rakhigarhi.
Sobrevivir en condiciones variables
Los arqueólogos encontraron restos de un sistema inusual de cultivos, que indica que los habitantes del valle del Indo cultivaron simultáneamente varios tipos de cereales y verduras. De esta manera, los habitantes de Rakhigarhi y sus alrededores se protegían de los efectos de la sequía, según los científicos.
Después de analizar los resultados de estas excavaciones y la información sobre el clima del subcontinente indio en aquella época, los especialistas descubrieron una característica común para todas las ciudades y comunidades de la civilización: todas estaban situadas en zonas climáticas donde la temporada de lluvias en el verano y en el invierno se solapaban.
Gracias a este factor, según los autores del estudio, los agricultores de Rakhigarhi fueron capaces de sobrevivir en condiciones variables: una mala cosecha de verano podía ser reemplazada por una buena cosecha de invierno. Esta táctica funcionó hasta aproximadamente el año 2.200 a.C., cuando los monzones se debilitaron de forma drástica y permanente.
Las precipitaciones disminuyeron significativamente y no volvieron a incrementarse por casi trescientos años, lo que condujo a la desecación de los embalses y, de acuerdo con los arqueólogos, a la despoblación de las ciudades cercanas a las costas.
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