La leche también sufre el cambio climático
La asociación de defensa ganadera Xundeva promovió ayer en el salón de actos del edificio de la UNED de Lalín, una jornada informativa sobre microtoxinas en la producción de la leche impartida por la veterinaria María García Suárez, miembro del servicio técnico de OLMIX, experta en salud intestinal. Durante la conferencia mostró a los asistentes la problemática de las microtoxonias que afectan a la leche. La veterinaria explicó los daños a nivel de salud y también a nivel productivo de las distintas familias de toxinas, centrándose principalmente en los daños en el sistema inmunitario o en el intestino, además de ello explicó como se pueden combatir y cuáles microtoxinas son las que están apareciendo más allá de las más conocidas.
Los hongos son los que liberan estas microtoxinas al pasar por un proceso estrés, del que mucho tiene que ver el cambio climático segundo explica García. «Una situación estrenaste podría ser, por ejemplo aquí en Galicia, que por el día hiciese mucho calor, y por la noche mucho frío», dice. Este es el mecanismo de defensa que tiene este microorganismo. También ocurre en aquellos lugares en los que acostumbra a llover muy poco y durante jornadas consecutivas se producen lluvias torrenciales. Algo que hoy en día está siendo más que habitual. Un proceso climatológico que está afectando a la producción de uno de los alimentos más básicos.
La veterinaria indica que una de las principales microtoxinas que afectan a la leche es la llamada aflatoxina M1 y es cancerígena. «Los niños, los bebés y la gente mayor estamos ingiriendo leche todos los días por eso se han establecido de unos límites legales, que si te pases de esos límites la leche no se puede comercializar, es un problema de salud pública», indica. Si bien, el intestino es uno de los órganos que más
Para poder evitar, en medida de lo posible, que la producción contenga altos niveles de microtoxina «es necesario tener una estrategia de absorción, los ganaderos acostumbran a pensar que estas aparecen una vez y después no lo hacen más, el problema son aquellas que tienen niveles más bajos pero son crónicas», reconoce. Algo que no tiene unos síntomas claros pero que sí que traerán problemas a nuestra salud.
García Suárez asegura que se ha hecho mucha investigación en este campo, tanto a nivel universitario como en el sector privado, aún así es un problema creciente, potenciado en parte por el cambio de la climatología.
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