Puede haber un fenómeno de El Niño en la segunda mitad de año
El Niño es un fenómeno meteorológico que oscila en ciclos de 5 a 7 años. A pesar de la estabilidad que está teniendo este año 2017, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) no descarta al 100% que se pueda todavía desarrollar ese fenómeno meteorológico.
Este fenómeno hace soplar los vientos alisios en dirección Perú y Ecuador, lo que provoca en estos lugares fuertes tormentas tropicales que derivan en graves inundaciones. Por otro lado, en la India provoca intensas sequías que dan lugar a problemas de alimentación y agricultura. ¿Ocurrirá de nuevo el fenómeno de El Niño este 2017?
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Muchas probabilidades de que ocurra
La OMM establece unas probabilidades de ocurrencia de determinados fenómenos meteorológicos en función de algunas variables como los cambios en las presiones, la dirección del viento, posibles borrascas, etc. Es por ello, que basándose en algunas evidencias ha lanzado un comunicado diciendo que a partir de mayor pueden darse diversos escenarios meteorológicos desde unas condiciones neutras hasta un episodio de El Niño, pero de intensidad moderada.
¿Qué quiere decir de intensidad moderada? Pues que las tormentas y ciclones que puede generar El Niño serán mucho menores que como siempre. Los vientos alisios soplarán con menos fuerza, lo que no creará frentes demasiado grandes que provoquen tormentas demasiado intensas. Los meteorólogos disponen de modelos que predicen las fluctuaciones en el clima y en la meteorología, y gracias a ellos pueden asegurar que en la segunda mitad del 2017 se puede dar un fenómeno de El Niño con probabilidades de entre el 50 y el 60%.
Por otro lado, la probabilidad de que el clima de la segunda mitad del año sea neutro es del 40%.
Fenómeno de El Niño
Como este fenómeno, aunque conocido, puede ser complicado de entender, voy a comentar un breve repaso. Este fenómeno hace generar corrientes de agua cálida en el océano Pacífico ecuatorial. Esto provoca un incremento de la temperatura del mar en la costa. Como bien sabemos, el aire caliente tiende a ascender a la atmósfera y es allí donde, al chocar con masas de aire fría, se condensa y comienza a generar nubes de tipo cumulonimbos de desarrollo vertical. Estas nubes suelen ser las causantes de fuertes tormentas y, en este caso, de fenómenos meteorológicos extremos.
El último episodio de El Niño ocurrió en el cuarto trimestre de 2015 y primeros de 2016 (de ahí a las altas temperaturas sufridas en ese invierno) y tuvo efectos devastadores en múltiples zonas del mundo. Tenemos que tener en cuenta que El Niño tiene consecuencias en casi todo el planeta, puesto que las corrientes oceánicas van transportando el calor a todos los lugares.
Daños provocados por El Niño
Aunque el fenómeno de El Niño es natural, a causa del cambio climático y las desestabilizaciones de las temperaturas globales se intensifica y aumenta su frecuencia. El Niño ocurrido en 2015 afectó a 4,2 millones de personas en América Central, a 4,7 millones en el Pacífico occidental y a 30 millones en África austral, que se vieron afectadas por hambrunas y escasez de alimentos a causa de una sequía prolongada. Además, provocó fuertes lluvias localizadas desde las islas Galápagos hasta las costas de Ecuador y de Perú, que causaron 101 muertos, 19 desaparecidos, 353 heridos, 140.000 damnificados y cerca de 940.000 afectados.
Actualmente, las condiciones de calentamiento de las masas oceánicas del extremo oriental del Pacífico que ha afectado gravemente a Perú y los países adyacentes se han atenuado. Esto provoca que las condiciones de El Niño sean neutras.
Fenómeno de La Niña
Por otro lado, los expertos en meteorología de la OMM dijeron que es muy poco probable que exista un episodio de La Niña. Al contrario que El Niño que provoca un aumento en las temperaturas de las masas del pacífico, La Niña provoca un descenso de las mismas. Es por eso que algunas regiones que sufren sequías cuando ocurre El Niño tienden a sufrir grandes precipitaciones que hacen elevar a la media normal o viceversa.
También se asocia a La Niña con un incremento de la actividad de los huracanes en el océano Atlántico.