Barack Obama dedica últimos años del poder al cambio climático
Con dos años que le restan en el poder, el presidente de Estados Unidos Barack Obama está incrementando sus esfuerzos para combatir el cambio climático, buscando dejar una huella en el mundo que perdure después de su partida. Es una estrategia arraigada no solo en la posición conocida del presidente sobre esos temas sino también en la realidad política.
Hace dos semanas, Obama vio como las perspectivas de realizar sus objetivos en materia de educación, salarios e inmigración prácticamente se desvanecían cuando los votantes dieron a la oposición republicana el control total del Congreso por el resto de su presidencia. Pero en un viaje a Asia y Australia la semana pasada, el Presidente buscó y halló buenas oportunidades para dejar su impronta en el calentamiento global.
En China, un adversario tradicional de Estados Unidos en materia ambiental, Obama formuló objetivos ambiciosos para reducir las emisiones de gases de invernadero como parte de un acuerdo histórico para que el país asiático también frene la contaminación. En Australia prometió 3.000 millones de dólares en ayuda a las naciones más pobres que enfrentan la elevación de la temperatura, a la vez que instó al premier australiano a que deje de poner en duda los fundamentos científicos del cambio climático.
«Estamos demostrando que no hay excusa para que otras naciones no se unan», dijo Obama en Brisbane, donde habló del tema con los gobernantes de las 20 economías más grandes del mundo.
El hecho de poner el acento en el clima no se debe puramente a una libre elección.
Aunque el Presidente insiste desde hace mucho tiempo en la necesidad de enfrentar el cambio climático, sus colaboradores en la Casa Blanca dicen que el asunto adquiere una atracción mayor porque Obama tiene bastante poder para actuar sin la aprobación del Congreso.
La política exterior es un área en la que manda la presidencia, y en lo interior Obama ha utilizado sus poderes de regulador para limitar las emisiones de gases de invernadero a pesar de las objeciones vehementes de los republicanos y la industria energética.