Caribe: resiliencia para enfrentar el cambio climático – Por Lucien Chauvin
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Dos huracanes, Irma y María, arrasaron el Caribe en setiembre, dejando muerte y destrucción en naciones isleñas, y complicando aún más una difícil situación económica por elevados niveles de endeudamiento y una dependencia de los dólares del turismo, actualmente escasos.
Dominica y Antigua y Barbuda se encuentran entre las más golpeadas. Los daños en Dominica podrían llegar al 200% del producto interno bruto (PIB), mientras que en Antigua y Barbuda podría estar cerca al 20%, según estimaciones del Banco Mundial.
El primer ministro de Antigua y Barbuda Gaston Browne dijo que su país podría gestionar un crédito para la reconstrucción pero que esto sólo crearía problemas a largo plazo.
“Hemos logrado grandes avances en los últimos tres años para reducir nuestra deuda de 102% de nuestro PIB a 75%. El endeudamiento inicial [para la reconstrucción] llevará esta cifra a 85%, por lo que las ganancias se habrán mermado”, dijo a Noticias Aliadas en entrevista telefónica.
La Comunidad del Caribe (CARICOM), que agrupa a 15 países, junto con agencias internacionales, está buscando formas de reconstrucción que no solo hagan que los países sean más resilientes al cambio climático, sino que también eviten caer en futuras trampas económicas.
El primer ministro de Granada Keith Mitchell, actual presidente de CARICOM, ha sido claro que desde el paso de los huracanes ya no es posible continuar con lo mismo de siempre. Durante la reunión del Banco Mundial a mediados de octubre, Mitchell dijo que gobiernos y organizaciones multilaterales deben encontrar soluciones creativas.
“No se trata sólo sobre resiliencia de hogares, costas e infraestructura. Se trata de transformar la energía y otros sectores, y también de prosperar a partir de la sostenibilidad”, manifestó Mitchell, quien estimó que los daños sufridos por los huracanes en nueve países podrían llegar a los US$10 millardos.
Entre las propuestas en debate se incluyen el cambio de la matriz energética de la región para enfocarse en fuentes renovables de producción de electricidad, particularmente el uso de la energía solar y eólica. Antigua y Barbuda es un buen ejemplo de la necesidad de este cambio, ya que gasta anualmente alrededor del 15% de su PIB en importación de combustible, en comparación al promedio de 8.6% de la región del Caribe, de acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo.
Browne dijo que su gobierno quiere convertir a Barbuda, que casi toda su infraestructura y viviendas fueron arrasadas por Irma, en la primera isla resiliente al cambio climático.
“Dentro de los próximos 12 meses esperamos que Barbuda se convierta en la única isla verde en el planeta que será alimentada exclusivamente por energía alternativa”, indicó.
Para fines del próximo año, Antigua y Barbuda deberá tener instalada alrededor de 15 MW de capacidad en energía renovable.
Oportunidad para energía renovable
Roy Torbert, uno de los líderes del programa energético de la organización no gubernamental Rocky Mountain Institute (RMI), con sede en EEUU, dijo que el desastre brinda nuevas oportunidades.
“Necesitamos pensar en un sistema totalmente nuevo, desde la generación hasta la distribución. Si la reconstrucción no enfatiza la resiliencia, podríamos estar en el mismo lugar en unos pocos años y esa es una situación terrible de imaginar”, dijo.
Mientras que el costo de trasladarse a la energía renovable es considerable, no es tan abrumador si se consideran todos los componentes. Según el RMI, la transición a energías totalmente renovables en nueve países en los próximos 20 años, costaría alrededor de $3 millardos. El ahorro en el mismo período sería de alrededor de $1 millardo.
Líderes de la región también están entusiasmados en avanzar en algunas ideas propuestas por el Banco Mundial y las Naciones Unidas en relación a las formas de reducir la deuda y desarrollar una mejor cobertura en casos de desastres.
El Banco Mundial está reuniendo planes que permitirán a los países altamente endeudados y con elevado riesgo climático —básicamente la definición de las naciones caribeñas— aliviar de sus deudas con esfuerzos vinculados a iniciativas de resiliencia.
El plan permitiría a los acreedores renunciar a las reclamaciones a cambio de inversiones en resiliencia, con un enfoque en programas de infraestructura y ambientales, tales como reforestación y defensa de la línea costera. Los gobiernos caribeños han aceptado la idea.
“Esto no es solo posible, sino que formalmente estamos apoyándola”, dijo el ministro de Finanzas de Jamaica, Audley Shaw. “Hay muchos proyectos de resiliencia, incluyendo protección de cuencas y recuperación de tierras. Es algo que realmente necesita ser respaldado, porque muchos de los países caribeños están fuertemente endeudados y al mismo tiempo necesitan proteger su medio ambiente”.
Señaló que Jamaica estaba trabajando en proyectos de reforestación en laderas como forma de controlar los impactos de las intensas lluvias. Agregó que si Jamaica, por ejemplo, invierte $10 millones en reforestación para construir resiliencia, podría acudir a los acreedores y presentar la iniciativa, obteniendo una reducción de sus deudas.
Planes de seguros
Los países también están interesados en trabajar con el Banco Mundial y otras agencias en planes de seguros, incluyendo pólizas de seguros paramétricos y bonos catástrofe (bonos cat).
Las operaciones paramétricas, a diferencia de otras pólizas de seguros, se basan en los parámetros del desastre, permitiendo que el dinero sea rápidamente desembolsado. Se basa en la velocidad del viento y la lluvia, en vez de en una inspección, para desembolsar el dinero.
Un plan de seguros para toda la región CCRIF-SPC (Caribbean Catastrophe Risk Insurance Facility) ya funciona actualmente e incluye a 17 países, pero es reducido y los desembolsos, aunque importantes, son bajos. Los líderes caribeños desean un mayor involucramiento de las agencias internacionales para ayudar a incrementar el grupo.
Para Camillo Gonsalves, ministro de Planificación Económica de San Vicente y las Granadinas, el CCRIF es importante porque desembolsa dinero rápidamente a los gobiernos, pero le gustaría que se reforzara.
“Aunque desembolsa los fondos con rapidez, necesita más dinero. Nuestros países no tienen el espacio fiscal para hacer mayores contribuciones al CCRIF”, afirmó.
A las naciones caribeñas también les gustaría que el Banco Mundial trabajara en un bono regional para catástrofes (bono cat) que podría ser usado en caso de desastres. El bono cat estaba vigente en México y ayudó a liberar fondos rápidamente luego del reciente terremoto. Los bonos cat, como el mecanismo CCRIF, son paramétricos por naturaleza.
Brown señaló que el bono cat es una opción. “Necesitamos encontrar formas innovadoras para incrementar la cobertura sin aumentar demasiado las primas para los países”.
El Banco Mundial lanzará el primer bono cat paramétrico regional con los países que forman parte de la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú) en el 2018. Aunque estará vinculado a los terremotos, podría servir como modelo para el Caribe.
(*) Corresponsal de The Economist y The Times en Perú.