La mayor parte de incendiarios lo son por negligencias en el uso de fuego en la agricultura y ganadería
Por Antonio Cerrillo
Eduardo Rojas, decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes, uno de los grandes especialistas mundiales en gestión forestal, reclama política de autodefensa para afrontar los grandes incendios, entre otras muchas propuestas.
– A partir de la información disponible, ¿a qué se debe la virulencia de estos incendios?
– Hay varias causas. La primera es que el noroeste de la Península Ibérica, desde hace más de un año, sufre una sequía histórica. Zonas en donde normalmente llueve bastante, este año ha llovido la mitad de lo normal. Otro factor puntual coyuntural es que hemos padecido la proximidad de un huracán con unos vientos muy intensos desde el Sur que nos ha trasladado masas de aire tropical.
– ¿Algunas más?
– En la costa gallega se encuentran intensamente imbricados pastos, bosques, infraestructuras y áreas habitadas. La interfaz urbano-forestal, que es un creciente problema genérico en el resto de España, es aquí aún más grave por la dispersión de la población en el territorio. Estamos ante un modelo territorial que complica extraordinariamente la extinción. Adicionalmente, en el noroeste de la Península Ibérica, es decir en Galicia, Asturias, Zamora, León y el Norte de Portugal, se registran el 75% de los incendios que se producen en la Península Ibérica con solo un 20% de su extensión.
– ¿Y por qué se producen tantos incendios?
– Es una cuestión de raíz cultural. El alto número de incendios en esta zona tiene que ver con costumbres con fuerte arraigo, en las zonas celtas, del uso del fuego, algo bien diferente de lo que pasa en las zonas de matriz castellana, vasca o aragonesa, donde el uso del fuego es mucho más excepcional. El uso principal durante siglos fue la ganadería y la forma de regenerar los pastos era mediante el uso del fuego. Una situación muy similar se da en las Islas Británicas o la Bretaña francesa pero con períodos secos mucho más prolongados en el caso ibérico.
– En España, cuando hay fuego, enseguida los políticos ven pirómanos por todas partes. Parece que quieran señalar culpables sin que se haya hecho ni siquiera hecho la investigación, que quieran desviar la atención para exculparse de las malas políticas u otras causas.
– Es una manera fácil y superficial de afrontar un tema de extraordinaria complejidad. En primer lugar tenemos un problema porque cada vez hay más extensión y biomasa forestal. Al haberse emboscado el territorio, el uso ancestral del fuego deviene peligrosísimo. Si a ello sumamos el envejecimiento y decadencia del mundo rural y el minifundio tenemos los elementos para la tormenta perfecta.
– ¿Influye el cambio climático?
– El cambio climático ayuda a explicar la presencia de huracanes fuera de la zona tropical, vendavales intensos y ventanas de sequía más amplias, y por tanto de riesgo de incendios. Eso está fuera de dudas.
– ¿Y las políticas forestales?
– No se puede hablar de un problema de política forestal, porque los incendios están también afectando a robledales; por ejemplo en Asturias, que para algunos eran sinónimo de seguro contra incendios. El problema es que cuando la sequía es tan extrema, da igual que el bosque sea pino, eucalipto o roble, todos acaban ardiendo. Y aunque les cueste a algunos reconocerlo, el pino ‘pinaster’ también es autóctono de Galicia. Además encontramos el mismo problema en diferentes comunidades autónomas con políticas forestales bien diferentes.
– Entonces, ¿cuál es el factor clave?
– En todo el Noroeste el uso del fuego es ancestral. En cambio, en otras zonas de España el fuego en el monte es muy excepcional. Hay costumbre sociales que cuestan muchísimo de extirpar, porque se ha hecho toda la vida aunque sea peligroso y poco deseable.
– Entonces…
– Estudiar la causa de los fuegos es importante, sobre todo cuando hablamos de un número de incendios claramente desproporcionado como ocurre en el Noroeste. Galicia ha hecho un gran esfuerzo pero registra 3.000 fuegos al año cuando hace 20 años eran 10.000. Pero insisto estamos ante un recurso muy arraigado del fuego. Y, por lo tanto, debe ser prioritario que se investiguen la causas y los culpables porque por atávica que sea una costumbre no es aceptable hoy. El problema es que la peligrosidad y los efectos que tienen estas prácticas en estos lugares no tiene nada que ver con la que tenían en el pasado cuando la extensión y carga de biomasa de los montes solo eran una fracción del actual. Lo suelen protagonizar personas mayores que no tienen ni la agilidad ni la fuerza de antaño para controlar el fuego. Se confían de poderlo controlar. Pero no hay que buscar manos negras; la mayor parte de incendiarios lo son por negligencias y vinculadas al uso del fuego en la agricultura y ganadería como siempre se ha hecho por su bajo coste y lo suelen hacer en los días más propicios. Una mano negra necesita más tiempo para organizarse y el recorrido del huracán era impredecible
– ¿Pueden ser también pirómanos?
También hay algunas personas con problemas de perturbación mental que se excitan cuando ven todo el cubrimiento mediático.
– ¿Se saben las personas que lo pueden cometer?
– Galicia viene haciendo desde hace 25 años un gran esfuerzo al respecto para identificar a estas personas comenzando por analizar la frecuencia de incendios por parroquias y estación. Porque aunque haya tantos incendios que llegan a dar la impresión que arde todo el territorio, es notoria su concentración en zonas concretas y su ausencia en amplias comarcas. Es necesario mantener la presión proporcionada para ir convenciendo a la población rural de que el uso del fuego no es una herramienta de gestión acorde con las condiciones actuales salvo que se haga con el permiso y supervisión adecuadas.
– ¿Qué soluciones deben aplicarse, pues la Administración?
– Hemos sufrido el gran número de muertos en Portugal y hemos visto escenas de confusión en la evacuación en Galicia. En todas estas zonas críticas del Noroeste, la población, que está dispersa por el medio forestal, debe estar tan preparada ante el riesgo de incendios forestales como lo está en zonas de riesgos sísmicos o por tsunami. En muchas ocasiones, lo más seguro es quedarse en casa. A veces huir comporta mayores riesgos. Conviene que los medios de extinción puedan trabajar con tranquilidad sin distraer efectivos por la dispersión de población en el entorno del frente del incendio. La autodefensa preventiva es fundamental. De la misma manera también se aboga una mínima protección de las viviendas próximas al monte para las urbanizaciones en entornos forestales en la zona mediterránea. Las formaciones arbóreas no deben estar pegadas a las casas, sino a una cierta distancia, al menos, a 25 metros.También incide una propiedad extraordinariamente fragmentada en el que el habitante de una casa no puede actuar en la
– ¿No hay que cambiar la política forestal?
– Ajustarla siempre es deseable, dar un giro de 180º al calor de ocurrencias y prejuicios nunca. La elección de especie es una cuestión económico-silvícola del propietario, no de la política forestal con considerables dosis de inercia temporal. Muchos de los montes quemados llevan décadas ahí. No cambia gran cosa que sea roble, pino o eucalitpto. Si no se hubiera llevado a cabo una explotación productiva, la situación aún sería peor, porque el matorral – el famoso ‘toxo’ en gallego – aún causaría una situación más grave por su altísima inflamabilidad y carga de combustible. En la zona norte de Lugo hay un continuo de bosques de eucaliptos productivo y no ha habido problemas destacables. Pero la diferencia es que la población está menos dispersa, es un bosque productivo y hay menos abandono. En cambio, en Pontevedra o La Coruña hay una situación de semiabandono por minifundio y fuerte imbricación de usos, con lo que la situación es mucho más complicada.
– ¿Qué dos recomendaciones darías a la Administración Galicia?
– Hay que identificar a las personas reincidentes y seguir reduciendo el número de fuegos. .Y ante lo que hemos visto en Vigo, donde el fuego ha entrado en zonas netamente urbanas, debemos generar planes de protección empezando por las zonas más peligrosas.
http://www.lavanguardia.com/natural/20171017/432131953321/entrevista-eduardo-rojas-incendios-cambio-climatico.html