El pasado 23 de septiembre se realizó la Cumbre de Clima, donde jefes de Estado y de Gobierno de 126 países se comprometieron a dar apoyo político al proceso de negociación para alcanzar un nuevo acuerdo vinculante sobre el cambio climático.

Cuando nuestra familia y los que amamos están amenazados, nuestro instinto natural es luchar, permanecer unidos y enfrentar juntos el reto. Este es el enfoque que hemos adoptado en la Unión Europea para hacer frente al cambio climático.

Y cuando digo familia, no se trata solo de los 500 millones de ciudadanos de la Unión Europea, la asociación política y económica más importante del mundo. El cambio climático es un desafío para la humanidad, demasiado grande para un país o incluso un grupo de países para enfrentar de forma aislada.

El mundo necesita urgentemente un acuerdo global que sea ambicioso, integral y vinculante, porque a pesar de los esfuerzos actuales para reducir las emisiones de todo el mundo, la situación se presenta cada vez más amenazante.

Un informe reciente de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) mostró que la concentración media anual mundial de dióxido de carbono en la atmósfera creció a su ritmo más rápido en casi 30 años, alcanzando un máximo histórico de 396 partes por millón (ppm) el año pasado. Se desprende de las conclusiones científicas del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), la OMM y otros, que no tenemos mucho tiempo.

Al mismo tiempo, ya tenemos las claves para cambiar nuestro rumbo, ya sabemos qué hacer para ‘descarbonizar’ nuestras economías, creando puestos de trabajo en el proceso, y ayudando a países e industrias que más lo necesiten. No hay excusa para no actuar.

En la Unión Europea, hemos logrado desacoplar el crecimiento económico del aumento de gases de efecto invernadero. Entre 1990 y 2012, la economía de Europa creció en un 45 por ciento, mientras que las emisiones de gases de efecto invernadero se redujeron en un 19 por ciento. Hemos podido comprobar que el crecimiento, el empleo y la protección del clima pueden ir de la mano.

Por supuesto, cada país se enfrenta a sus propios desafíos y prioridades, pero cuando se trata del cambio climático no existe una solución alternativa a la acción colectiva global y al multilateralismo.

La Cumbre del Clima de las Naciones Unidas, realizada el pasado 23 de septiembre en Nueva York, significa un hito importante para alcanzar un acuerdo mundial sobre el cambio climático el próximo año en París. Es una verdadera oportunidad para que recordemos la magnitud del reto al que nos enfrentamos, y el enorme esfuerzo que se requiere para cumplir con nuestro objetivo de mantener el calentamiento global por debajo de 2 grados centígrados.

Para evitar un punto de inflexión peligroso, las emisiones globales de gases de efecto invernadero deben dejar de crecer y empezar a caer en 2020 a más tardar, y seguir cayendo hasta al menos la mitad de los niveles de 1990 a mediados de este siglo. Esto es consistente con los últimos hallazgos de la IPCC. Por otra parte, reduciendo drásticamente las emisiones ahora, podemos reducir el nivel de las adaptaciones necesarias, que serían mucho más costosas en el futuro.

La Unión Europea ha estado a la vanguardia de los esfuerzos mundiales para combatir el cambio climático en las últimas décadas, y continuaremos desempeñando nuestro papel en el año crítico que se avecina.

En la UE estamos trabajando en un nuevo y ambicioso marco político de clima y energía, definiendo nuestros nuevos objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para 2030.

La Unión Europea estará lista para un acuerdo climático mundial el próximo año y esperamos que otros se unan en este desafío. En particular, instamos a las Partes con mayores responsabilidades y capacidades para hacer las aportaciones más ambiciosas.

El Salvador realiza esfuerzos para desarrollar una estrategia para la seguridad ambiental y la adaptación al cambio climático: se apresta a aprobar un Plan Nacional y apoya el establecimiento de compromisos mundiales para hacer frente al impacto del cambio climático. En ese sentido, y de cara a la COP 21 de París que está a solo 15 meses de distancia, es importante realizar estos esfuerzos para asegurar que tengamos el acuerdo ambicioso, global y jurídicamente vinculante que el mundo necesita.

El cambio climático es un multiplicador de amenazas. No solo afecta a nuestro medio ambiente, sino que también obstaculiza la economía y amenaza el desarrollo global. Asimismo golpea a los países más vulnerables de manera desproporcionada. Mientras más demoremos en actuar, mayores son los riesgos y más difícil y más costoso será para adaptarse a ellos. Por eso tenemos que actuar ahora.