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El Niño y cambio climático en Venezuela: ¿qué nos espera?

El Niño Y Cambio Climático En Venezuela: ¿qué Nos Espera?

8 Abr, 2016 | “El Niño no es juego”. Es uno de los lemas utilizados en la campaña nacional para alertar sobre el fenómeno El Niño. La intensa sequía, producto de las escasas lluvias que por varios meses azotan al país, ya alcanza niveles preocupantes para el Gobierno Bolivariano. Un poco tardío se decidió acentuar la campaña de ahorro energético, cuando se avizoran fuertes apagones por el alarmante descenso de la principal hidroeléctrica venezolana: El Guri.

Para un país cuya energía proviene de la generación hidroeléctrica, hablar de sequía puede llegar a considerarse una blasfemia. Desde el 2015, los calorones y la aridez de los campos ya eran francamente notorios. El descenso de las represas comenzó a ser tema mediático, y llegó a su frenesí a principios de marzo, cuando el embalse Clavellinos (situado en el estado Sucre) y el cual surtía de agua a la Isla de Margarita, debió cerrarse por su total agotamiento.

Por primera vez en la historia del embalse, en el cual reposaban las aguas del milenario río Carinicuao o Cariaco, llegó a su total sequía. El espanto aún se percibe en la cara de los neoespartanos, y en general de todos en el país. Ya el tema del “cambio climático” no era una advertencia para el futuro, sino una triste realidad del presente.

Quizá por ello, el titular de Energía Eléctrica, Luis Motta Domínguez, anunció al país – casi con júbilo – las primeras lluvias débiles pero permanentes que bañaron a El Guri durante los primeros dos días del mes de abril. Fue todo un acontecimiento que acaparó titulares de la prensa nacional e incendió las redes sociales. Luego vino el decreto del viernes no laborable, en los meses de abril y mayo. No es para menos. De continuar el descenso, el colapso podría presentarse para finales de abril.

En cierta manera, los venezolanos estamos conscientes de que realmente “El Niño no es juego” y que es un deber “obligado”, el ahorrar energía de todas las formas posibles, para evitar un inminente “black out”. Esta es una realidad vigente, pública y preocupante que vive Venezuela, como casi todos los países de América Latina, con sus acentuaciones y variantes claro está.

¿Hasta dónde somos responsables?

Los climatólogos, al igual que el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), advierten que El Niño es un fenómeno natural del sistema climático, que origina el calentamiento de las aguas del Pacífico tropical. Su evolución es cíclica en la historia, pero en el siglo XXI – sin duda- nos ha tocado vivir uno de los períodos más intensos. Ante esto, es imposible no considerar que la intervención humana haya tenido que ver en la intensificación de “El Niño”. ¿No somos un poco responsables?

Revisando las principales conclusiones del Quinto Informe de Evaluación del IPCC, publicado entre 2013-2014, señala que el “cambio climático es real, está ocurriendo ahora y la raza humana es responsable de gran parte del mismo”. Entre los efectos palpables del cambio climático, el informe resalta el incremento acelerado del nivel de los océanos, tasa duplicada del retiro del hielo del Océano Ártico, acelerado derretimiento de los glaciares y de las capas de hielo y la acidificación de los océanos.

De igual manera, entre los hallazgos claves, los científicos están -entre un 95% y un 100%- seguros de que los humanos causaron la mayor parte del cambio climático desde 1950; esto significa un incremento de la certeza que había en 2007 (entre 90% y 100%) y un mayor incremento aún si se lo compara con el 66% de 2001.

Sobre las inundaciones y sequías, los científicos no tienen suficientes datos para confirmar las tendencias. Sin embargo, al mirar regionalmente, aseguran que en algunas regiones está proyectado un incremento de las inundaciones, como en Nueva Zelanda, Australia, América Central, China, Mongolia, Norte de Europa y el Oeste de América del Norte. Entonces, el futuro no pinta bien para ningún país de las Américas.

Hasta ahora, estadísticamente los científicos no pueden vincular la acción humana con El Niño y la Niña, al menos no en la génesis del fenómeno. Pero de su acentuación y efectos, es harina de otro costal. En este sentido, el ingeniero colombiano German Poveda, participante en la construcción de informes para el IPCC, advierte que probado que el Niño y la Niña se están volviendo más frecuentes y más intensos.

“Ambos extremos se han intensificado por cuenta del cambio climático. Un planeta más caliente intensifica el ciclo hidrológico en la medida en que hay más energía en el planeta para estos fenómenos. Así las cosas, algo que es causado por el hombre se está retroalimentando como bola de nieve con un fenómeno natural”, indicó Poveda.

Efectos notorios y alarmantes

ARCHIVO

El impacto del cambio climático en la agricultura ha sido y seguirá siendo negativo. / ARCHIVO

Entre los efectos del cambio climático son de diversa índole. Los científicos del IPCC están más seguros ahora que las personas -en todos lados- son vulnerables a los eventos climáticos extremos. Sin embargo, las poblaciones pobres y marginalizadas “son las más vulnerables”. Señalan, además, que la adaptación al cambio climático sigue siendo baja. En efecto, el informe menciona un “déficit de adaptación” tanto en países desarrollados como en aquellos en vías de desarrollo.

Por su parte, preocupa a Venezuela, además de las sequías que ha traído el rebelde “Niño”, el tema agrícola. El informe del IPCC destaca que el impacto del cambio climático en la agricultura ha sido y seguirá siendo negativo. El informe concluye que la producción de alimentos está siendo afectada por el cambio climático en varias regiones, con incrementos en algunas y caídas en otras; pero recalcando que los impactos negativos son más comunes que los positivos.

Como lo advierte el IPCC, es evidente ahora que el cambio climático constituye un problema adicional para la población rural y para los pobres de las zonas urbanas. Según el informe, “el cambio climático puede empujar a las personas de la pobreza a la pobreza crónica”.

Ante un escenario de escasez de alimentos, donde se requiere diversificar la economía y potenciar la producción nacional, principalmente el agrícola, estos hallazgos no son alentadores. Por el contrario, suponen otro reto para el Gobierno venezolano y otra preocupación más para sus ciudadanos.

Mitigar: una corresponsabilidad

El panorama del sistema climático es tortuoso e irreversible en muchos casos. Los climatólogos aseguran que ocurrirán importantes alteraciones al funcionamiento de la sociedad, si el mundo no toma acciones agresivas para limitar la contaminación por gases de efecto invernadero (GEI); lo cual tendrá serios impactos en la salud humana y en el futuro económico.

La principal amenaza de los impactos climáticos es la ralentización del desarrollo económico y la reducción de la pobreza, afectando la seguridad alimentaria y la generación de nuevos focos de pobreza.

Al ser el cambio climático un problema global, debe abordarse desde la cooperación internacional junto con políticas efectivas a niveles local, nacional y regional. Por tanto, es una corresponsabilidad y todos tenemos una cuota de participación. Ante la pregunta ¿qué salida tenemos?, la mitigación es la respuesta.

La mitigación, según el IPCC, es entendida como «la intervención humana para reducir las fuentes o mejorar los sumideros de gases de efecto invernadero». Añade que las soluciones limpias tienen que reemplazar a los combustibles fósiles -los principales causantes de emisiones globales y el peligroso cambio climático.

Pero cómo puede un país petrolero, con hidrocarburos para más de 100 años, suponer la sustitución del principal sector de su economía y motor de su desarrollo. Es una coyuntura vital de la visión país, que sugiere buscar alternativas en lo inmediato. Los científicos exhortan a todas las naciones y sus gobiernos, que en lugar de ignorar los riesgos y esperar por la certeza total, las políticas en cada país pueden mejorarse teniendo en cuenta los riesgos e incertidumbres en los sistemas naturales, sociales y tecnológicos, los valores, percepciones y procesos de toma de decisiones de los pueblos. Sólo queda un punto de honor: es ahora o nunca. El cambio climático tampoco es juego.

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