La capacidad de la infancia de influir en el cambio. Por Pía Treichel
Por Pía Treichel*.- Su nombre lo dice todo de ella. Tiene 12 años y vive en Sámar Oriental, Filipinas. Conocí a Precious hace un año. Fue a raíz de una visita a estas islas, adonde acudí para hacer seguimiento de un proyecto de adaptación al cambio climático centrado en una comunidad en la que trabaja Plan Internacional. Después volví a verla hace unas semanas en otra de mis visitas.
A través de este proyecto de adaptación, Plan Internacional colabora con Save the Children en cuatro regiones de Filipinas para ayudar a los niños y sus comunidades a entender las causas del cambio climático, a saber cómo les afecta y a implementar acciones que les ayuden a construir resiliencia, en sus colegios, familias y comunidades, a los impactos de la naturaleza.
Viajé a Sámar Oriental para ver algunos ejemplos de estas acciones y para escuchar las opiniones de niños y jóvenes sobre el desarrollo del proyecto y los beneficios hasta la fecha para hacer algunas recomendaciones y asegurar que el proyecto es lo más eficiente y eficaz posible.
Allí me reuní con un grupo de niños y niñas de entre 10 y 12 años que eran perfectamente capaces de expresar los impactos del cambio climático, no sólo los aprendidos en la escuela o con Plan Internacional sobre los gases de efecto invernadero, sobre la subida del nivel del mar y los cambios de temperatura o la modificación de prácticas agrícolas de sus familias. No solo conocían la teoría; eran niños y niñas que habían vivido en primera persona la devastación causada por el Tifón Haiyán. Tenían un conocimiento de primera mano de lo que supone un incremento de la frecuencia y la intensidad de las tormentas tropicales, como predice el IPCC.
Son conscientes de lo que implican los efectos del cambio climático en sus vidas. Me contaron lo que echaron de menos no poder ir a la escuela después del paso del tifón; hablaron de que sus familias no tienen suficiente para comer, porque ahora sólo son capaces de obtener dos cosechas de arroz al año en lugar de tres, y me explicaron el incremento en la transmisión de enfermedades tales como el dengue.
Pero estos niños y niñas no sólo piensan en el impacto que el cambio climático supone para sus vidas. Después de una hora de mis preguntas para entender cómo se está desarrollando el proyecto y los impactos en sus vidas, les dije que si tenían alguna pregunta que hacerme a mí. Precious levantó la mano. Quería saber qué más pueden hacer ellos, como niños y niñas, respecto al cambio climático, y reconoció lo importante que es para sus comunidades entender estos cambios para ser capaces de prepararse adecuadamente.
Por otro lado, ¿qué pasa con todos aquellos niños y niñas que no forman parte de este proyecto? En particular, ¿qué hay de los pueblos indígenas en Filipinas que a menudo no incluidos en el sistema educativo? ¿Cómo podrían Precious y sus amigos de la escuela ayudar a asegurar que los niños y niñas que no asisten a clase sean capaces de prepararse mejor ante el cambio climático?
Veo este tipo de actitud muy a menudo en los jóvenes con los que hablo. Su interés genuino en ser parte del cambio y hacer del mundo un lugar mejor para los demás. Y por otra parte, tienen su capacidad para hacerlo.
A lo largo de mi visita a Filipinas (como en todos los otros países visito con Plan Internacional), me encontré con muchos grandes ejemplos de las acciones a las que los niños y niñas contribuyen para hacer sus comunidades más resistentes al cambio climático. Algunos están plantando manglares para reducir el impacto de las mareas, ya que la plantación de árboles reduce la probabilidad de deslizamientos de tierra; otros trabajan con su gobierno local para emplear los residuos orgánicos como abono, y ayudan a sus familias a que implican quemar menos residuos y mejorar la rendimientos de sus cosechas ante los cambios climáticos en los que se ven inmersos.
También están difundiendo el mensaje por todo el mundo. Conocí varias emisoras locales juveniles que realizan programas semanales de radio sobre el cambio climático. Incluso me encontré con jóvenes que dirigen grupos de educación entre jóvenes y viajan para visitar a la población indígena y compartir con ellos lo que han aprendido, en particular sobre el cambio climático, con otros niños y niñas.
Así que tenía una respuesta para Precious. Había cosas que otros jóvenes de Filipinas ya estaban haciendo. ¿Acaso no era algo que ella y sus amigas podían hacer? Ella asintió con la cabeza y dijo: “Sí. Es factible”.
Precious y sus amigos no son sólo los herederos del planeta. También son los líderes del mañana.Es necesario que sean incluidos en los debates sobre la forma de abordar el cambio climático: la forma de reducir las emisiones, la forma de adaptarse y los contenidos de los futuros acuerdos. Los niños y niñas como Precious no solo viven las consecuencias de nuestras acciones, sino que tienen la capacidad de llevar a cabo un cambio positivo, un entusiasmo y una buena voluntad que se echa en falta a menudo entre nuestros líderes mundiales.
Plan Internacional trabaja y trabajará con el objetivo de llevar las voces de los jóvenes al primer plano mientras se negocia un nuevo acuerdo internacional sobre cambio climático.
Por Pía Treichel* es directora del Programa “Adaptación al Cambio Climático”, de Plan Internacional en Australia
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